Insolación

Cuidemos a nuestros hijos y nietos.

Denominado también fiebre térmica o síncope solar, es un cuadro desencadenado por una exposición excesiva al calor irradiado por el sol, asociado a una falla de los mecanismos encargados de eliminar el calor excedente del organismo, lo que ocasiona un gran aumento de la temperatura corporal e insuficiencia de múltiples órganos.

Si bien afecta a personas de cualquier edad, es en los niños en los cuales se observa con mayor frecuencia. Las personas expuestas mucho tiempo al sol, tienen mayor predisposición a presentar el cuadro en algún momento, sobre todo en los primeros días del verano.

La realización de prácticas deportivas al aire libre, donde los rayos solares alcanzan de lleno a nuestro cuerpo, implica muchas veces un riesgo significativo de padecer una insolación. Esto se debe fundamentalmente a que además de la exposición a temperaturas elevadas, al realizar una actividad física, el organismo incrementa enormemente la producción de calor.

En condiciones de temperatura ambiental superior a los 37º y de humedad relativa, por encima del 60%, el riesgo aumenta notablemente.

La baja ingesta de líquidos, la falta de aclimatación y de acondicionamiento físico y el no uso de protección solar adecuada, son factores que predisponen al desarrollo de un síncope por calor.

Cuadro clínico

– En forma característica, las personas afectadas por un cuadro de insolación, presentan un gran aumento de la temperatura corporal, trastornos neurológicos y falta de transpiración.
– Habitualmente comienzan con cansancio, desgano, dolores de cabeza, náuseas y mareos.
– En un primer momento la transpiración es excesiva, notando que la piel y la ropa están muy húmedas, pero poco tiempo después disminuye notablemente y la piel se torna muy caliente, seca y enrojecida.
– El compromiso neurológico se caracteriza por un estado de confusión y desorientación, pudiendo llegar hasta el delirio y finalmente el coma.
– La frecuencia respiratoria y cardíaca se acelera, superando ésta última los 150 latidos por minuto.
– La temperatura corporal aumenta rápidamente hasta los 40 – 41º.
– En los casos más graves, comienzan a fallar múltiples órganos y sistemas, como riñones, hígado, aparatos respiratorio y circulatorio fundamentalmente, pudiendo tener un desenlace fatal en muchos casos.

Prevención y tratamiento

Es importante la realización de campañas de prevención, previamente a la llegada del verano, concientizando a la población acerca de los riesgos que puede acarrear el cuadro y que puede evitarse con una serie de medidas muy sencillas. Estas medidas consisten en evitar las grandes exposiciones al sol, ingesta abundante de líquidos, usar vestimenta liviana y de colores claros, permanecer en ambientes ventilados y frescos y evitar las prácticas deportivas muy intensas, expuesta a los rayos solares.

El tratamiento consiste fundamentalmente en la disminución de la temperatura del cuerpo y evitar el daño orgánico. Para ello, en el mismo lugar en el que se desencadenó el cuadro, la persona debe ser colocada en un lugar fresco, sus ropas serán quitadas, se lo envolverá con sábanas o toallas mojadas y será colocada bajo la corriente de aire de un ventilador o aire acondicionado. Todo esto es para favorecer la pérdida de calor del organismo. Es importante controlar frecuentemente la temperatura corporal (cada 10 a 15 minutos), para evitar que descienda más de 38,3º, ya que si continua disminuyendo podría producirse un cuadro de hipotermia.

Los medicamentos antipiréticos no deben ser utilizados, ya que no ejercen efecto alguno.

La administración de líquidos debe comenzarse lo antes posible, para ello se mezclará en un litro de agua una cucharadita de sal. Estos líquidos deberán estar a temperatura ambiente, evitándose las bebidas muy frías y las alcohólicas.

Consulte urgente a su médico.

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